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16 Junio 2025
Proyectamos que el mercado de emisiones continuará activo durante el segundo semestre.
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En los últimos meses, el mercado de deuda corporativa en Chile ha dado una señal clara: la percepción de riesgo crediticio ha vuelto a niveles precrisis para emisores AAA y AA, similares a los del primer semestre de 2019, antes del estallido social. Esta convergencia en spreads no es casual, sino el reflejo de emisores más sólidos, balances fortalecidos y una demanda estructural renovada por instrumentos conservadores con retorno real positivo.
Spreads en compresión: una señal de confianza
Actualmente, observamos spreads en torno a 80 puntos base sobre la curva soberana en UF para bonos de duración superior a cinco años, tanto para emisores AA como AA−. Esta compresión no solo evidencia una percepción estructural más benigna del riesgo, sino también una mayor profundidad del mercado local. Emisores relevantes han regresado con éxito al mercado, levantando financiamiento en condiciones muy competitivas.
Tras periodos de tensión económica o política, el retorno a niveles “normales” de spread toma tiempo y, sobre todo, requiere confianza, la que ha vuelto y lo ha hecho con fundamentos. Las empresas han registrado mejoras sostenidas en sus márgenes operacionales, particularmente, en sectores como transporte, forestal y retail, al mismo tiempo que reducen su apalancamiento financiero. El ratio de Deuda Financiera Neta sobre Patrimonio se ha reducido a niveles similares a los observados entre 2016 y 2018, reflejando un ciclo de desapalancamiento exitoso y mayor disciplina financiera.
UF+3%: retorno real con bajo riesgo
Desde la óptica del inversionista institucional, el atractivo es evidente. Hoy se observan tasas de colocación en el rango de UF+3,2% a UF+3,4% para bonos corporativos AA con duración entre 8 y 12 años. Esta combinación de rentabilidad real y cobertura inflacionaria representa una oportunidad difícil de igualar para portafolios conservadores de mediano y largo plazo. En otras palabras, invertir a UF +3% equivale a obtener la inflación anual acumulada más un retorno adicional del 3% anual durante la vigencia del bono.
En un entorno donde los depósitos a plazo siguen perdiendo competitividad y los fondos de corto plazo ofrecen retornos decrecientes, los bonos corporativos y bancarios en UF se consolidan como una alternativa adecuada para perfiles de inversión que toleran volatilidades acotadas. Pero no basta con exponerse a esta clase de activos: es igualmente relevante adoptar horizontes de inversión superiores a tres años. Hoy, las expectativas de retorno por instrumentos de corto plazo son más bajas, mientras que los bonos de mediano y largo plazo permiten capturar con mayor claridad las primas de riesgo y el beneficio del interés compuesto real.
Y el contexto macro apoya esta tesis: el Banco Central ha sido explícito respecto al proceso de normalización monetaria, anticipando recortes adicionales de hasta 75 puntos base en los próximos meses. Esto entrega visibilidad al mercado y sustenta la demanda por instrumentos de mayor duración. Además, no se pueden descartar recortes de tasas sorpresivos, por debajo de lo esperado por el mercado, que podrían traducirse en ganancias de capital para quienes mantengan bonos de plazos largos. Estos escenarios refuerzan la conveniencia de extender duración en los portafolios actuales.
Un mercado que evoluciona con resiliencia
Más allá de las cifras, esta recuperación del mercado de deuda es también una validación de su resiliencia y madurez. Con una proporción creciente de deuda emitida y vencimientos bien escalonados en el tiempo, las compañías locales han fortalecido su perfil financiero y consolidado una gestión proactiva de pasivos. Esto no solo las posiciona mejor ante escenarios adversos, sino que también refuerza la credibilidad del mercado local como fuente estable de financiamiento a largo plazo.
En resumen, estamos presenciando un reencuentro virtuoso entre emisores y compradores institucionales. Por un lado, empresas financieramente sólidas, con balances saneados y perspectivas estables; por otro, inversionistas que acceden a retornos reales atractivos en un entorno de inflación controlada. La UF+3% no es una anomalía de corto plazo, sino el reflejo de un equilibrio maduro entre riesgo y retorno. En este contexto, proyectamos que el mercado de emisiones continuará activo durante el segundo semestre, impulsado por condiciones financieras favorables y una demanda institucional sólida. Creemos que el mercado local cuenta con la profundidad suficiente para absorber eficientemente este flujo de nuevos bonos, en niveles de tasas que, si bien han bajado, siguen siendo muy atractivos en perspectiva histórica. En tiempos de alta liquidez global y búsqueda de valor, el mercado de renta fija corporativa chilena no solo se ha normalizado, sino que muestra una evolución estructural hacia mayor profundidad y estabilidad.
Publicado en El Mercurio Inversiones.
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