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07 Febrero 2024
Desde la euforia hasta el miedo, nuestras emociones juegan un papel crucial en cómo administramos nuestro dinero.
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“Conocer a otros es inteligencia, conocerse a sí mismos es sabiduría. Manejar a otros es fuerza, manejarse a sí mismos es verdadero poder”, Lao Tse.
Las inversiones financieras son mucho más que números y gráficos, ya que están influenciadas por una serie de factores psicológicos que pueden impactar nuestras decisiones de manera significativa. Desde la euforia hasta el miedo, nuestras emociones juegan un papel crucial en cómo administramos nuestro dinero. Saber manejar nuestro temperamento es clave para ser un inversionista exitoso.
1. La influencia del miedo y la aversión a la pérdida: El miedo es una emoción poderosa que puede impulsar a las personas a tomar decisiones irracionales. La aversión a la pérdida, en particular, podría dirigirlas a la inacción -aferrándose a la esperanza de que una inversión a la baja se recupere, encaminándolos a una espiral descendente de pérdidas aún mayores- o a la venta de inversiones demasiado pronto para evitar más pérdidas.
2. La euforia y el exceso de confianza: Cuando las inversiones están en alza, es fácil caer en un estado de euforia y creer que las ganancias continuas son inevitables. Este exceso de confianza puede llevar a decisiones imprudentes, como invertir en activos de alto riesgo sin una evaluación adecuada. Es importante recordar que los mercados financieros son volátiles y que las ganancias pasadas no garantizan ganancias futuras.
3. Sesgo de confirmación: Es la tendencia a buscar información que confirme nuestras creencias preexistentes y a ignorar o descartar datos que las contradigan. En el contexto de la inversión, esto condicionaría la recopilación selectiva de datos que respalden una decisión de este tipo, en lugar de realizar un análisis objetivo y completo de los riesgos y oportunidades.
4. Herding (seguir a la multitud): Los inversores tienen una tendencia natural a seguir a la multitud, especialmente cuando ven a otros obteniendo ganancias. Esto puede originar la formación de burbujas especulativas, donde los precios de los activos se inflan artificialmente debido a la actividad de compra masiva. Sin embargo, cuando la manada cambia de dirección y comienza a vender, los precios pueden caer rápidamente, atrapando a los inversores desprevenidos.
5. La importancia del marco de tiempo: Este es un factor crítico en la toma de decisiones. Las personas tienden a ser más impulsivas y arriesgadas a corto plazo, mientras que adoptan una perspectiva más conservadora a largo plazo. Es importante tener en cuenta los objetivos financieros a largo plazo al tomar decisiones de inversión, en lugar de dejarse llevar por las fluctuaciones a corto plazo del mercado.
6. La necesidad de control: Muchos inversores tienen una necesidad innata de sentir que tienen el control. Esto puede llevar a la sobrecompra y la sobreventa en respuesta a eventos del mercado, en un intento de recuperar el control percibido. Sin embargo, es importante reconocer que hay elementos del mercado que están fuera del control del inversor y que la aceptación de esta realidad puede conducir a una toma de decisiones más informada y menos emocional.
Como conclusión, comprender los componentes psicológicos de las inversiones resulta fundamental para tomar decisiones financieras sólidas y evitar los errores comunes que pueden conducir a pérdidas significativas. Al reconocer la influencia del miedo, la euforia, los sesgos cognitivos y otros factores psicológicos en nuestros actos, podemos desarrollar estrategias para mitigar su impacto y tomar decisiones más racionales y basadas en datos. Al final, la inversión exitosa no se trata solo de números, sino también de comprender y controlar nuestras propias emociones.
Publicado en El Mercurio Inversiones.
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