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23 Mayo 2023
Ya volverán los tiempos en que tendremos que asumir más riesgo y ser más creativos para obtener las rentabilidades deseadas. Por ahora, disfrutemos.
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Cuando pensamos en un portafolio de inversiones, la decisión clave es cuánto destinar a renta variable y cuánto a renta fija. De hecho, hace más de 50 años existe el llamado portafolio 60/40, el clásico “recomendado” con esa proporción de acciones y bonos. Aunque evidentemente la decisión final dependerá de nuestro perfil de riesgo y horizonte de inversiones, también -y muy importante- del nivel de tasas de interés vigente.
Así es como en periodos de tasas extraordinariamente bajas, como entre 2008-2018, debiéramos haber tenido menos renta fija que en promedio, porque su retorno esperado era “malo”. Contrario a la coyuntura actual donde nuestra ponderación debiera ser mayor que la “normal”, ya que el retorno es históricamente atractivo.
Cuando la rentabilidad proyectada de la renta fija es mala, hay que buscar otros activos y los alternativos, como la deuda privada, rentas comerciales, rentas residenciales, hedge funds y también private equity, cumplen ese rol de no tener aparejada tanta volatilidad (percibida) como las acciones y, además, una rentabilidad atractiva. Es en parte por esto que hemos visto un gran desarrollo y boom global y local de los activos alternativos.
En la construcción de portafolios de largo plazo, el rol de la renta fija cumple con dos objetivos: generar flujos y, a la vez, la diversificación protege al portafolio ante caídas en los activos de riesgo. En ambientes normales el rol diversificador es más importante que el de generar ingresos, pero hoy ambos factores hacen que la renta fija sea muy atractiva y que tenga mucho mérito en un portafolio de inversiones.
La débil actividad que hemos visto y los recientes datos confirman que la inflación está convergiendo en Chile y también en las economías desarrolladas. El mercado ya ha anticipado esas caídas de tasas y las curvas están fuertemente invertidas, es decir, aquellas de largo plazo están más bajas que las de corto plazo. De hecho, medidas de retorno esperado de mediano plazo indican que las rentabilidades de la renta fija de largo plazo están en niveles “normales” en el caso de Chile. La renta fija de corto plazo (menor a 2 años) es donde todavía podemos encontrar esa rentabilidad “sobre normal”.
No pasa muy seguido que activos con baja volatilidad nos dan rentabilidades atractivas. Ya volverán los tiempos en que tendremos que asumir más riesgo y ser más creativos para obtener las rentabilidades deseadas. Por ahora, y mientras dure, disfrutemos. Tal vez nos sorprendamos.
Publicado en El Mercurio Inversiones.
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