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21 Noviembre 2025
Si bien la economía global ha mostrado una resiliencia mayor a la esperada, ese nuevo escenario condiciona las perspectivas domésticas.
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En nuestro informe global, “The Year Ahead: reiniciar el crecimiento en una nueva era geoeconómica”, elaborado por los equipos de Estudios de Grupo Santander, se destaca que la economía mundial ha transitado en los últimos años por un entorno de alta incertidumbre y volatilidad, pero bajo esa superficie se esconden transformaciones profundas. Estamos pasando de una etapa de hiperglobalización a otra de autonomías estratégicas. Este cambio se aceleró por diversos factores: el mayor protagonismo de China, la pandemia, la invasión de Rusia a Ucrania y las disrupciones en las cadenas de suministro. A ello se suma lo que denominamos la triple transición: el envejecimiento poblacional, el cambio climático y la revolución tecnológica.
Y si bien la economía global ha mostrado una resiliencia mayor a la esperada, ese nuevo escenario condiciona las perspectivas domésticas. Se espera que el crecimiento mundial en 2026 sea similar al de este año, pero aún medio punto por debajo del promedio previo a la pandemia. El desafío de crecer más no es solo de Chile. Por el lado positivo, nuestro país enfrentará mejores términos de intercambio gracias al alza del cobre y a precios de la energía más moderados.
En medio de este escenario, hemos logrado recuperar buena parte de los equilibrios macroeconómicos. La inflación converge hacia la meta y el Banco Central se aproxima a su nivel neutral de tasas. El gasto público, que entre 2010 y 2019 crecía a un ritmo de 4,8% anual, se ha moderado a la mitad en el último trienio. Aun así, las metas autoimpuestas no se han cumplido plenamente y persiste la necesidad de continuar con una senda de consolidación fiscal creíble y sostenida.
En el plano real, la economía avanzó 2,6% en 2024 y se expandirá en torno a 2,4% este año, por encima del promedio de la última década. Sin embargo, ese crecimiento ha sido heterogéneo: los sectores ligados a la demanda externa -como minería, agro e industria alimenticia y turismo- han liderado, mientras que la construcción y varios servicios siguen rezagados. Lo mismo ocurre en la inversión: un boom de proyectos mineros en el norte contrasta con una inversión no minera aún relativamente plana. Para 2026 proyectamos un crecimiento cercano al 2%. Más que una desaceleración, será un año de recomposición: menor impulso externo, pero una recuperación más clara de la demanda interna.
Chile no enfrenta hoy un problema cíclico, si no un desafío de elevar sostenidamente el crecimiento tendencial. Además, el país comienza a vivir transformaciones demográficas profundas: este año, por primera vez en la historia moderna, la población menor de 64 años será menor que la del año previo.
Por lo tanto, para genuinamente crecer más, lo decisivo es que las señales positivas de corto plazo se traduzcan en reformas que eleven el crecimiento tendencial. Este es un tema que deben tener presentes las futuras nuevas autoridades del Ejecutivo y también las parlamentarias, para que puedan profundizar en la simplificación de permisos, incentivar la inversión y fortalecer políticas de capacitación y mercado laboral que faciliten la adopción de nuevas tecnologías como la Inteligencia Artificial y aumenten la participación, especialmente, femenina. Alcanzar una expansión del 3%–3,5% resultará factible si se implementan con decisión y coherencia las reformas necesarias.
Publicado en Diario Financiero.
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